Literatura ||
Annabel Lee:
La hermosa tragedia de Poe
Por: Mariana Aranda
Un desgarrador y trágico poema con una historia de amor real detrás de ella.
El nombre de Poe es sinónimo de historias y poemas oscuros, sombríos, espeluznantes, pero es recordado como uno de los mejores escritores estadounidenses por la belleza y emoción que plasma en cada una de sus obras.

Las historias escalofriantes y cautivadoras que han inmortalizado el nombre del autor, se encuentran emociones como lo es el amor, el miedo, la desesperación y la melancolía, las cuales trabajan en conjunto para transmitirnos el dolor por el que vivía día con día.
Tal es el caso de la historia de la hermosa Annabel Lee, la niña esposa de Edgar Allan Poe, con quien conoció el amor y la muerte en la carne pálida y triste de su prima Virginia Eliza Clemm (los cuales a la edad de 26 y 13 años respectivamente contrajeron nupcias) quien murió de tuberculosis en 1847.

Annabel Lee, el ángel inspirador detrás de las obras del grandioso Poe, no es una mujer sino un poema de amor y muerte. Una presencia fantasmal que habitó en la mente de su amante y que ahora todos reconocemos como nuestros.
Aquí el Poema...
Hace muchos, muchos años
en un reino junto al mar
vivió una doncella que tal vez conozcas
llamada Annabel Lee.
Y esta doncella vivía sin otro pensamiento
que amarme y ser amada por mí.
Ambos éramos niños
en este reino junto al mar
pero amábamos con un amor que era más que amor
yo y mi Annabel Lee
con amor que los alados serafines del cielo

nos envidiaban a ella y a mí.
Y por esta razón, hace mucho tiempo,
en este reino junto al mar
de una nube sopló un viento
que heló a mi amada Annabel Lee.
Y sus parientes de alta cuna vinieron
y se la llevaron lejos de mí
para encerrarla en un sepulcro
en este reino junto al mar.
Los ángeles, descontentos en el cielo,
nos envidiaron a ella y a mí.
¡Sí! Por esta razón (como todos saben
en este reino junto al mar)
el viento salió de la nube por la noche
para helar y matar a mi Annabel Lee.
Pero nuestro amor era mucho más fuerte
que el de aquellos mayores
o más sabios que nosotros.
Y ni los ángeles arriba en el cielo
ni los demonios debajo del mar
jamás podrán separar mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee.
Pues la luna nunca resplandece sin traerme sueños
de la hermosa Annabel Lee

y las estrellas nunca brillan sin que yo sienta los ojos radiantes
de la hermosa Annabel Lee
y cuando llega la marea nocturna, me acuesto justo al lado
de mi amada -mi amada- mi vida y mi prometida
en su sepulcro allí junto al mar
en su tumba junto al ruidoso mar.